Porque triunfó en el concurso ‘City of the Year’ (Ciudad del Año), al superar a Nueva York y Tel Aviv, las otras dos candidatas, y fue nombrada así la ciudad más innovadora del mundo.
Los organizadores del premio, The Wall Street Journal y Citigroup, reconocieron a esta localidad por su moderno sistema de transporte, su política medio ambiental y sus museos y centros culturales.La distinción a esta ciudad, estigmatizada en el pasado por haber sido cuna del narcotraficante Pablo Escobar, fue celebrada por el propio presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
La transformación de la ciudad es evidente a todas luces y el reconocimiento se debe básicamente a los avances en transporte público, desarrollo urbanístico y social, medio ambiente y conservación, de una ciudad que hace apenas 12 años parecía no tener esperanza de salir del caos de violencia y muerte en el que estaba sumido y que hoy es modelo de innovación mundial. Medellín se merece el título porque logró, con muy pocos recursos y realmente pocas posibilidades, una transformación en 10 años que normalmente tomaría décadas. Este reconocimiento que ahora se debe utilizar para promover a Medellín ante el mundo, no servirá de nada si la ciudad, su administración y el país no encaminan los esfuerzos a resolver los graves problemas que aquejan a la ciudad, siendo el resurgimiento de la violencia el más prioritario. El hecho de ser la ciudad más innovadora es algo muy atractivo para los inversionistas extranjeros, pero no van a venir a la ciudad si los problemas de seguridad continúan empeorando. Los gobernantes tienen que abrir los ojos, dejar triunfalismos irreales y no pensar que este reconocimiento es la meta, es de hecho el comienzo. La ciudad también necesita solucionar la movilidad, el respeto al espacio público, una recuperación total del centro, ahora perdido en la informalidad, la inseguridad y el deterioro, y un mejoramiento profundo de la integración social de zonas que hoy tienen fronteras invisibles y están enfrascadas en guerras de pandillas, llenas de jóvenes sin esperanza ni oportunidades y con una crisis de valores que amenaza con retornar a las épocas oscuras de la historia de la ciudad.